22 de septiembre de 2012

CUESTIÓN DE FALDAS?



Realmente hacian una pareja muy peculiar. Los dos con sus caritas sonrosadas, esos ojos azules como el cielo limpio y un pelo blanco nuclear, como dos gnomos de dibujos animados infantiles. Ella vestia una holgada camisa blanca plagada de diminutas florecitas rojas que acompañaba de unos pantalones de lino a juego y unas zapatillas deportivas, blanquisimas. El era más tradicional y como salido de un cuadro, vestia el tipico kilt identitario de su clan y acompañado de todos sus complementos, incluida una pipa (apagada eso si) entre los labios.

Sentados en el sofa de espaldas al ventanal que se abria a la plaza plagada de ingentes grupos de turistas venidos de todos los rincones, se disponian a repasar las guias de viaje y el mapa de la ciudad haciendo un alto en el ajetreado dia de visitas a monumentos y paseos sofocantes bajo el sol de justicia que abochornaba esos dias de agosto.

Tras saludarles cortesmente y preguntar que deseaban tomar, la ancianita ( muy dulcemente), tomó la voz cantante y despues de darle una rápida ojeada a la carta, levanto la mirada con una tierna sonrisa para pedirme un ICE TEA y una copa de TALISKER 18 años.

 ".- ... no ice!! please!...",
(recalcó con el indice derecho erguido como una estricta maestra de escuela)

".- Evidente elección" me dije a mi mismo mientras posaba el Nestea de limón frente a la señora y le servia el whisky de malta a su marido, al  que se le iluminó la mirada con esa  sonrisa de satisfacción que se dibuja en el rostro de un niño la mañana de Navidad frente a los regalos y el ansia contenida de Carpanta frente a un pollo asado.


Pero entonces..., justo en el preciso instante en que el singular caballero se prestaba a alzar la ansiada copa, la entrañable ancianita, levantando la mirada del libro que la tenia absorta,  frunció el ceño gravemente, a la vez que vocalizaba energicamente, llamandole por su nombre, con un indiscutible tono airado de enfado:

".- Matthew Gordon!...",

arrebatandole el vaso de entre los dedos a cambio del te helado.

 Mientras,  le soltaba toda una retalia de reproches sobre su salud y advertencias de los consejos médicos sobre su corazón,  que el pobre hombre escuchó con resignación y envidia al ver como su mujer se bebia de un solo trago la copa y chasqueaba la lengua, sonriendo y guiñando un ojo en clara señal de satisfacción. Yo, preferí hacer un mutis elegante para no explotar en carcajadas.

(fuera de las connotaciones culturales.... esta bien claro quien "llevaba los pantalones")








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