31 de marzo de 2012

HISTORIAS DE HOTEL



Como rezando un Mantra, machaconamente, venia repitiendolo el Maitre del Buffet Libre del Hotel. ".-Los excesos y sus consecuencias... es que no aprenderan, no hay manera...Los excesos y sus consecuencias..." Al principio no llegaba a enterdelo, parecia que se hubiese vuelto majara hablando solo y con el ceño fruncido, pero Carla, mi compañera de barra, se dio cuenta de mi estupor y me lo aclaro enseguida despues de servirle una tila, antes de que el se la pidiera.

Hacia bien poco que habia comenzado a trabajar en el Hotel, y aún no me habia habituado a los movimientos de entradas y salidas de los grupos de clientes, ya jubilados y que venian por el IMSERSO a disfrutar de dos semanas de vacaciones y que se turnaban cada quince dias. La llegada del grupo siempre era caótica: la novedad del hotel, el miedo de perder las maletas, las prisas y los nervios para hacer el ingreso, descubrir la habitación, aprender a utilizar las tarjetas magneticas como llaves, adentrarse y perderse por las inmensidades de los pasillos, salas, cafeterias y comedores, la peculariedad de no tener que pagar (todo se hacia con cargo a la habitación), etc, etc.





Con el primer servicio de comedor (almuerzo o cena, dependiendo del horario de llegada) venian las primeras complicaciones. Dado que por el numero de comensales no cabian todos de una sola vez, se les repartia en dos turnos y eso no siempre les gustaba. Habia quien no queria comer en el primer turno por ser demasiado pronto a lo acostumbrado para el y los que decian que en el segundo ".-...les darian las sobras"  (cuanta desconfianza propia de la ignorancia), así que el Maitre se debia "pelear" en cambiar los turnos como si componiera un puzzle, intentando cuadrarlos a todos  para no sobrecargar de trabajo a la cocina y al personal de comedor (1er. Gran Dolor de Cabeza); eso si, siempre bajo una lluvia de quejas, improperios y algún desaire de más, impropios en personas tan venerables y educadas,( como se les suponia).

Pasadas las avalanchas de enfurecidos jubilados, hambrientos y gritones, tocaba sufrir los ansiosos acechos al buffet libre, que tan bien habian preparado y dispuesto el personal de comedores y que paulatinamente se renovaba con premura a medida de las necesidades del consumo. Aqui era cuando las mujeres y los hombres se dividian las tareas, mientras las primeras se dedicaban a hacer acopio de viveres con una avidez ansiosa en medio de una hambruna producida por una guerra, o como si se tratara del fin del mundo, (atropelladamente y perdiendo la educación y los modales las más de las veces), los hombres se encargaban del habituallamiento del resto de platos que ellas no podian acarrear o de mover (de forma indiscriminada y ruidosamente) y juntar mesas como quien guarda espacio en un merendero de campo, destrozando de esta manera toda la organización del comedor, (que le habia costado al Maitre 4 horas extras de trabajo), para mejorar el servicio y por ende, poder dejar espacio entre comensales y pasillos para un perfecto tránsito de camareros y carros, (2º Gran Dolor de Cabeza).

LLegado a este punto, he de decir que he sido testigo de verdaderas montañas de platos rebosantes de patatas y choricitos fritos, arroces, carnes en salsa, pescados, morcillas, tocino y mariscos, amén de pasteles de todas clases, tocinillos del cielo, cremas y helados, amontonarse en las mesas para luego desaparecer engullidas con la ayuda de  sendas botellas de vino y acabar, al fin, la mitad de la comida en los cubos de basura por imposibilidad de zamparse  sobremanera cantidad de viandas; eso si, sin perdonar el ".- ...un cafetito del bueno y una copita de orujo, que un dia es un dia..." 


Era entonces, y solo entonces,  cuando habiendo  pasado el primer dia desde la llegada del grupo de clientes jubilados, aparecia el temido momento , (3º Gran Dolor de Cabeza).




Al abrir de nuevo el comedor, el Maitre se encontraba con la mitad de los comensales (por lo bajo, al menos) y con continuas solicitudes de arroces hervidos y dietas blandas ".- ...es que he pasado una mala noche, sabe usted?... a lo mejor las gambitas no estaban muy frescas?..., ¿eh?...", rechazando  (casi con arcadas) toda suerte de manjares bien presentados que se les ofrecia de nuevo en el inmaculado Buffet, con la consecuente desorganización de la cocina que debia surtir a marchas forzadas los menús dieteticos (NO PREVISTOS) y retirar las bandejas ya preparadas (menuda grácia que hace eso). Por otro lado, las cafeterias deviamos tener bien aprovisionados los office-almacen de ingentes cantidades de botellines de Aquarius y de cajas de infusiones de todo tipo (principalmente Tila y Manzanilla) que desaparecian a velocidades inusitadas por los clientes enfermos con  caritas de  inocentes, que se pasaban, así, el resto de sus vacaciones a régimen y guardando cama.


(.... los excesos y sus consecuencias!!)

2 comentarios:

  1. Perfecta descripción de la GULA.
    Un Saludo, Oskar.
    Buen relato. Agradable el leerte.

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    1. ¿Tú crees?.... pues sigo pensando que me he quedado corto... Gracias.

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